Tras la
grabación de mi CD me dispuse a repartirlo a mis allegados, parientes, amigos…
pero, ¿Cuál fue mi sorpresa? Que mi CD fue extendiéndose a los amigos de mis
amigos, y estos se lo enseñaban a sus amigos, y así poco a poco fui haciéndome
conocido, y yo sin percatarme de aquello. Un día, normal y corriente, como
habían sido los días de mi vida durante esos 15 años, tras levantarme,
desayunar, prepararme, me dispuse a ir al instituto, y en el trayecto encontré
que había gente que no conocía de nada y que me seguían, yo no sabía por qué
con lo que me asusté un poco, hasta que ya me llamaron por mi nombre y me
dijeron que les gustaba mucho como cantaba, que habían escuchado mi CD y que
querían que les cantase algo en persona. Como bien he dicho, cantar me apasiona
asique sin pensarlo lo hice, les canté mi última composición: “Vivo por ti” una
canción profunda que narra el amor por una dama y todo lo que puede pasar con
su ausencia. Yo no sabía que causaría tanta emoción entre ellos, que incluso a
las féminas se les cayeron las lágrimas. La felicidad inundó mi corazón y tras
la firma de mis primeros autógrafos fui con entusiasmo a clase, a contarles a
mis amigos lo que me había pasado.
A partir de ese
momento todo cambió por completo para mí. Tras unos cuantos meses de
“promoción” como se diría en una jerga musical, llegó a mis oídos que un
“cazatalentos” rondaba por Badajoz, no podía perder ni un minuto más, con lo
que me dispuse a buscarlo, pero como sabía que no sería una labor fácil la
única manera que se me ocurrió fue que él me encontrara a mí. Para ello decidí
dar un concierto, el mejor que nunca había dado hasta entonces, al cual
acudieron muchísimas personas (no puedo calcular cuantas), fue un concierto en
la explanada de mi barrio (hay una alameda en frente de mi casa, es todo
campo). Yo solo avisé a unos pocos y el boca a boca hizo el resto. Para mi
asombro ese cazatalentos se enteró de mi concierto improvisado y fue a ver qué
tal era.
Tras acabar
(dos horas duró ya que expuse mi mejor material) la gente fue marchándose y me
encontré cara a cara con él. Estuvimos hablando durante mucho tiempo, y
sabiendo que yo no era experto en la materia decidió meterme en el mundo de la
música profesional, pero claro necesitaba el consentimiento de mis padres. Ahí
venía lo difícil, se que ellos me apoyaban en todo, pero temían que abandonara
mis estudios, y tras unos días de persistente insistencia, logré su
consentimiento. Mi gira empezaría ese mismo verano.
Jamás olvidaré
ese verano de 2008, sin apenas haber cumplido los 16 ya estaba haciendo una
gira por España, pero antes de todo ello me tiré algunos meses de promoción por
España para ver si tenía gancho. ¡INCREIBLE! Es lo único que puedo decir de ese
verano. Conocí España de cabo a rabo, firme muchísimos autógrafos, conocí a
músicos famosos del momento, desde David Bustamante, mi ídolo, con quien tuve
el gusto de cantar en una gala benéfica en Cantabria, hasta Malú.
Solo de pensar que
en cuestión de meses estaba en lo más alto del panorama musical, junto con mis
cantantes favoritos, me hacia poner los vellos de punta. Por esto decía que mi
adolescencia fue una de las mejores etapas de mi vida.
Creo que mis
sueños se estaban haciendo realidad y yo no podía creérmelo. Pero se acabó el
verano y yo regresé a la rutina de los estudios, con más fuerzas y ganas que
nunca tras un verano lleno de emociones. Año tras año fui superando mis
estudios con buenos resultados, y cada vez me planteaba más qué quería ser de
mayor.
Solo me faltaba
algo para que mi adolescencia fuera plena, el amor de una dulce joven, ese amor
que tanto esperé y que por fin, a los 17 años llegó a mi vida. Su nombre,
Teresa, para mí la perfección personificada, su pelo rizado, moreno, sus ojos
azules, cristalinos, su sonrisa, lo más dulce que se puede admirar. Desde que
llegó a mi vida, supe que sería mi amada, la única que conquistaría mi corazón
y con la que me gustaría pasar el resto de mis días. Era el apoyo que necesitaba
para que ese año fuera feliz.
En cuestión de
meses tocó algo bastante temido por muchos, incluso por mí, “Selectividad”. Mi
esfuerzo dio sus frutos una vez más, y tras sacar selectividad con una nota
bastante alta pude meterme, sin problemas en la carrera que deseaba estudiar,
magisterio. Allí estaba yo, con 18 años, haciendo lo que quería, con una
carrera musical debajo del brazo, y ahora intentando labrarme un gran futuro,
haciendo otra cosa que me gusta, que es enseñar a los niños, transmitirles mi saber,
formarles, convertirles en lo que ellos más deseen enseñándoles conocimientos.
Mi llegada a la
universidad fue mejor de lo que me esperaba. Allí conocí a muchas personas,
cada cual mejor, que tenían mis mismos intereses, que si estaban estudiando era
para ser alguien en la vida, no para pasar el tiempo. Me hice enseguida amigo
de muchos de ellos (éramos unos 80 y los primeros días no se podía conocer a
todos) y poco a poco establecimos unos grandes lazos de amistad que aún
perduran. Claro está toda la amistad surgió en las famosas novatadas, aquellas
de las que había escuchado hablar en multitud de ocasiones y en las cuales
participé y fui nombrado como el novato del año.
El primer curso
transcurrió con normalidad, con sus dificultades, con sus exámenes imposibles
que lograba sacar, con sus momentos buenos… la verdad que tuve siempre unos
profesores excepcionales, que lograron hacer un curso más ameno, y con
facilidades para aprobar. El problema sucedió en el segundo curso. ¿Cómo iba a
esperar yo tenerme que mudar a estas alturas de la historia? Eso no podía ser…
me explico, entrado en el nuevo curso, me llegó la noticia de que una
discográfica mundialmente reconocida quería llevarme a Latinoamérica, para
poder seguir con mi carrera musical. Estaba entre la espada y la pared, mis dos
pasiones hacían que tuviera que elegir, eso era algo imposible.
¿Cómo
solucionaría tal problema? Esforzándome al máximo. Fui a Latinoamérica, pero
continué con mis estudios. A clase no podía acudir, pero tras haber hablado con
mis profesores (siempre tan comprensivos y dispuestos a ayudar) logré que no me
contaran la asistencia a clase, de tal manera que solo acudía a los exámenes,
mientras tanto me lo preparaba por mi cuenta. Por suerte solo sería durante ese
año. Al curso siguiente podría incorporarme con normalidad.
Exámenes,
exámenes y más exámenes, conciertos, conciertos y más conciertos, y yo no daba
abasto. Pero como en otras ocasiones he dicho: quien algo quiere… Fue un año
duro, lo reconozco, quizás es el año en el que más he trabajado y más he tenido
que compaginar los estudios con la música. Pero al fin, fin de curso, fin de
exámenes, ¡APROBADO! Y mis conciertos todo un éxito, más ventas de entradas que
nunca, más canciones nuevas compuestas, mayor número de fans… como se diría en
jerga juvenil: ¡estaba arrasando!
El 2012 se
acercaba, y la curiosidad invadió mi ser, ¿Sería verdad la leyenda de los
mayas? NÓ! Para nada… en absoluto, el mundo no se acabó, y mi vida seguía tan
perfecta como siempre. El tercer curso de mi carrera no fue tan difícil como el
segundo, y más de lo mismo el cuarto año. Prácticas, muchas fueron las que
hice, entré en contacto con los niños y no me fue para nada mal, me gustaba,
disfrutaba enseñando, y sobre todo, hacia disfrutar a mis alumnos. Tras acabar
la carrera, me especialicé en psicología, educación física y como no, en
música.
A los 23 años
era un músico cada vez más reconocido, que seguía teniendo gancho. A lo largo
de mi vida fui ganando premios tales como: dos discos de oro, cinco de platino,
varios Grammy… pero siempre compaginé la música con la enseñanza. Decidí dar
clase en mi antiguo colegio, el Leopoldo Pastor Sito, y no tuve problema en
entrar como profesor. Comencé con los niños de primaria. Fui viendo su
progreso, su evolución, creo que lo hice bien. Mi manera de dar clase era
bastante amena. No me limitaba a seguir el programa, yo creaba mi propio
programa, claro está, siguiendo un orden y dando todos los contenidos
necesarios. Hoy puedo decir que la gran mayoría de alumnos que he tenido,
tienen un buen puesto en la sociedad.
Con tan solo 26
años decidí formalizar mi relación con mi pareja, Teresa, la que fue mi primer
amor y con la que he seguido durante toda mi vida. Tras casarnos e irnos a
vivir juntos decidimos ampliar la familia, de tal manera que el 26 de abril de
2018 fui padre de mi primer hijo, al que llamamos Naím. Y dos años después
llegó al mundo Alexía, mi hija, otra gran alegría en nuestras vidas. Tras
conseguir la “parejita” decidimos no ir en busca de más.
Mi vida a raíz
de crear mi propia familia fue bastante monótona, iba de la escuela a casa y de
la casa a la escuela, siguiendo con mis giras por el mundo, ya que todavía
estaba metido en el mundo de la música. Siempre intentaba, en la medida de lo
posible que mis giras fueran en verano, para poder llevarme a mi familia a
conocer mundo, y pasar todo el tiempo posible con ellos.
Con respecto a
mi vida como profesor, no me limité solo a dar clase en mi colegio, no, me
surgió la oportunidad, a los 29 años de dar clase en el instituto “Ciudad
Jardín”, que en ese momento no tenía nada que ver con el instituto al que fui
de joven, se había transformado por completo, ya no tenía la fama de centro
problemático, con un bajo nivel de estudios, al que solo acude gente violenta.
Allí fui orientador, y estuve dando clases de música y de educación física.
Todos mis alumnos sabían que yo llevaba a mi espalda una amplia trayectoria
musical, y siempre en alguna clase les cantaba algo.
Se puede decir
que los primeros treinta años de mi vida han sido de lo mejor, los mas
entretenidos, en los que me realicé como persona, encontré el amor, cumplí mis
sueños y creé mi propia familia.
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