13 jul 2012

Capítulo 3: “Medio siglo de vida”



“Dicen que lo perfecto no es aquello que nace como tal, sino aquello que poco a poco se va formando y perfeccionando”


Hay algo que no he dicho hasta ahora, y es la situación en la que se encontraba el instituto en el que trabajaba. Era un centro conservador, con apenas cambios desde que yo estudié en él hasta el 2010, de tal manera que para que todo fuera como es debido, decidí modernizarlo.

En la actualidad, en el año que comencé mi modificación (2032) la tecnología estaba muy avanzada. Decidí cambiar los ordenadores que había en las aulas (últimos modelos, uno para cada dos alumnos, como cuando yo estudiaba) por unos proyectores que, mediante energía térmica proyectaban hologramas, a color y con buena definición, en los que aparecían todo aquello que se trataba en la clase, y ayudaban al profesor a realizar de una manera adecuada su clase, complementando la explicación y permitiendo que los alumnos interactúen con ellos.

Con respecto a las aulas, decidí ampliarlas, porque cada vez eran más los alumnos que llegaban. Era un centro trilingüe en el que se estudiaba, español, inglés y portugués, las tres lenguas clave del futuro. El inglés se hacía necesario porque las placas tectónicas acercaron América un poco más a Europa, de tal manera que prácticamente los continentes estaban unidos y el portugués comenzaba a ganar peso como vecino nuestro.

El aspecto del centro también fue modificado. Se plantaron grandes jardines en las instalaciones exteriores del centro, se creó una fuente con palmeras que la rodean, se cubrieron las rejas de los exteriores con más enredaderas, en fin, se logró darle al centro un aspecto más bonito, una mejor presentación, fomentando así la llegada de alumnos al mismo.

Las instalaciones deportivas, también ampliadas, se abrieron para que por las tardes pudieran ser alquiladas por los propios alumnos del centro, de tal manera que con el dinero recaudado se podía ayudar a los niños necesitados del Tercer Mundo.

Todo esto fue realizándose poco a poco, y las reformas duraron hasta cumplir los 47. Debido a problemas familiares, tuve que marcharme a Houston, para tratar cierta enfermedad a la que se vio enfrentada una pariente mía y estuvimos allí gran parte del año, con lo que tuve que dejar mi puesto como profesor y director del centro al cargo de los jefes de estudio. Por suerte todo quedó en un susto, tras el tratamiento adecuado todo volvió a su cauce. Yo a mi centro, a mi casa, a mi ciudad.

Tengo que decir que mi vida desde que empecé a ser director fue bastante ajetreada, reuniones por aquí, conferencias por allí… me recorrí toda España, ¡Como si se tratara de una gira musical! Pronto cumplí los cincuenta, medio siglo de vida, ¡Qué rápido pasa el tiempo! Un tiempo que aproveché al máximo, no desperdicié ni un solo minuto de mi vida; un tiempo dedicado por y para los demás.

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